Mediante la Encíclica Annum Sacrum, el Papa León XIII confirmó lo que habían logrado sus predecesores con el fin de proteger religiosamente y destacar aún más la adoración y devoción al Sagrado Corazón. Al pedir la consagración no solo de los creyentes sino de todos los hombres, dio una nueva dirección y significado a la consagración que se practicaba desde hacía ya dos siglos.
Por eso, la consagración del género humano al Corazón de Jesús fue presentada por León XIII como "la plenitud y la coronación de todos los honores que estamos acostumbrados a dar al Sagrado Corazón". (...)
La consagración del género humano en 1899 es un paso de especial importancia en el camino hacia la Iglesia y siempre es bueno renovarla todos los años en la fiesta del Sagrado Corazón (...).
Invoquemos la ayuda de la Santísima Virgen, Madre de Cristo y Madre de la Iglesia. Que ella especialmente ayude a cada cristiano a vivir con generosidad y coherencia la consagración a Cristo que tiene su fundamento en el sacramento del Bautismo y que encuentra una feliz confirmación en la consagración personal al Sagrado Corazón de Jesús.
San Juan-Pablo II, Papa: Varsovia, 11 junio 1999, solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.