En los años cincuenta, una pareja cristiana de grandes editores parisinos, estuvieron 17 años sin hijos. Gracias a sus oraciones los esposos obtuvieron de Dios una niña a la que dieron el nombre de Martha.
Esta hija, a la que amaban apasionadamente era su alegría. De gracia exquisita, tierna, piadosa, se distinguía sobre todo por su viva devoción a la Santísima Virgen María. Era un lirio muy bello para la tierra… Dios decidió llevarla al Paraíso.
Ella tenía quince años. Sus padres en llanto estaban a la cabecera de la cama de la niña que agonizaba. Martha, lucía como siempre, dulce paciente y sonriente. Súbitamente su rostro se iluminó de una alegría celeste: No lloren, les dijo a sus padres, veo a la Santísima Virgen que viene por mí con los ángeles. Poco después la niña expiró.
Según: Le chapelet des enfants