En Siria, después de la reciente guerra contra el ISIS, cada vez más mujeres, abuelas, madres jóvenes, muchachas, llevan cada mes de mayo el vestido de María. Se trata de un vestido azul, un cordón blanco en la cintura que simboliza las palomas de la paz. Antes de utilizarlo, el conjunto debe ser bendecido por el sacerdote.
Para Maha, mamá de 45 años que perdió a su hijo en la guerra, María es la madre sumisa y paciente:
“Ella tiene un lugar intermediario entre el Cielo y la tierra; ella nos comprende ya que ella dio la vida, ella es de carne y hueso. Vivió el alumbramiento, y el sufrimiento, como nosotros los humanos. Todo el mundo conoce la relación que existe entre las madres y sus hijos en las familias orientales. Con mayor razón cuando su madre es la Virgen María. Así que si olvidamos rezarle, perdemos nuestra identidad de hijos Además ella sufrió como madre, aceptó perder a Cristo, su hijo, al aceptar la voluntad de Dios. Llevar este vestido me da fuerza y serenidad, me siento más cerca de mi hijo, ahí donde Jesús y María, lo cuidan.”
Más de siete años de guerra. Una guerra sangrienta y mortífera, disparos que atacaron los barrios cristianos de ciudades como Damasco, Alepo, Homs y muchas otras. A pesar de todo ello la asistencia de fieles a las diferentes ceremonias religiosas no ha cesado de crecer. Muchos de ellos estaban convencidos que Dios no les iba a abandonar, probaba solamente su capacidad de soportar el sufrimiento, probaba su fe.