En Brasil, en Natividade, ciudad del Estado de Río de Janeiro, el Doctor Sebastián Fausto Faria, agnóstico, da testimonio de varias visitas, durante los años 1967-1968, de la Virgen María quien le entregó tres mensajes para el mundo. Este es un pasaje del segundo mensaje, el del 12 de julio de 1968, relativo a la Iglesia:
"Yo soy realmente Myriam, la Inmaculada Madre de Jesús [...]. Mi título principal [...] es el de la Maternidad divina, razón de mi propia existencia [...] Yo soy la mensajera de la fe y del amor para el cristianismo traumatizado por la discordia, en medio de una humanidad amenazada en su espiritualidad. A la Iglesia de mi Hijo, guardiana y primera intérprete de su doctrina, de la cual soy también Madre, dirijo la exhortación siguiente:
"(...) Que se restaure la primacía del culto a Dios y a mi Hijo, y que
se Invoque a aquellos cuya vida santa es fuente permanente de virtudes. (...) Que se respete a las iglesias y su jerarquía, que se acoja la autoridad de las decisiones episcopales, principalmente la del mayor: Pedro. Que desconfiemos de los incendiarios de la fe y de la disciplina en el seno de la misma Iglesia! "
El obispo diocesano otorgó el imprimatur a los mensajes y autorizó la construcción de un santuario.