Era en 1873, el 8 de junio, el domingo de la Trinidad, en un pequeño pueblo del sur de Francia, Saint Bauzille de la Sylve (cerca de Montpellier). Augusto Arnaud había estado trabajando en su viñedo desde las 5 de la mañana. Alrededor de las 7:30, la Virgen María se le aparece y le pide que construya una cruz. Augusto hace entonces una cruz de madera en el lugar indicado.
El 8 de julio de 1873, en una segunda aparición, la Virgen le dice a Augusto, en el dialecto del país: no hay que trabajar el domingo, y luego continuó: Bienaventurado el que cree y desafortunado el que no crea. Debes ir en procesión a Nuestra Señora de Gignac, un santuario cercano. Ahí estarás contento con toda tu familia.
Augusto continuó su vida de viticultor al convertirse en un cristiano fevoroso, respetuoso del domingo, día del Señor. Murió a la edad de 93 años.
Después de una larga investigación, Monseñor De Cabrières, obispo del lugar, autorizó, en 1879, la construcción de un santuario en honor de la Santísima Virgen María.