“El Concilio Vaticano II afirma que María “avanzó en la peregrinación de la fe.” Por eso ella nos precede en esta peregrinación, nos acompaña, nos sostiene.
¿En qué sentido la fe de María ha sido un camino? En el sentido de que toda su vida fue un seguir a su Hijo: él –Jesús– es la vía, él es el camino. Progresar en la fe, avanzar en esta peregrinación espiritual que es la fe, no es sino seguir a Jesús; escucharlo, y dejarse guiar por sus palabras; ver cómo se comporta él y poner nuestros pies sobre sus huellas, tener sus mismos sentimientos y actitudes.
Y, ¿cuáles son los sentimientos y actitudes de Jesús?: Humildad, misericordia, cercanía, pero también un firme rechazo de la hipocresía, de la ambigüedad, de la idolatría. La vía de Jesús es la del amor fiel hasta el final, hasta el sacrificio de la vida; es la vía de la cruz. Por eso, el camino de la fe pasa a través de la cruz, y María lo entendió desde el principio, cuando Herodes quiso matar a Jesús recién nacido.
(…) Cuando llegó la “hora” de Jesús, esto es, la hora de la pasión, la fe de María fue entonces la antorcha encendida en la noche, (…) y cuando le llegó la noticia de que el sepulcro estaba vacío, su corazón quedó henchido de la alegría de la fe, la fe cristiana en la muerte y resurrección de Jesucristo. Porque la fe siempre nos lleva a la alegría, y ella es la Madre de la alegría. Que ella nos enseñe a caminar por este camino de la alegría y a vivir esta alegría. “
Papa Francisco
Plaza San Pedro, sábado 12 octubre 2013, Año de la Fe