El rosario es la oración católica más fácil y más difícil. Fácil, porque fue creada para simplificar los Evangelios y contiene las oraciones más conocidas, especialmente las del avemaría y el padrenuestro; difícil, porque es fácil dejarse ganar por la distracción al repetir las mismas oraciones. ¿Significa esto que el rosario debe ser abandonado, olvidado o suprimido por las generaciones más jóvenes?
Algunos de los mejores recuerdos de mi infancia incluyen juegos de béisbol y vacaciones. Tienen una cosa en común: la multitud. A un niño, las multitudes lo pueden asustar o intimidar. Nos enseñaron por eso a tomar la mano de nuestra madre y no soltarla.
Cuando rezamos el rosario, María hace exactamente lo mismo. Ella no nos guía a través de la multitud en un estadio, sino en medio de la vida. Como una buena madre, quiere mantenernos cerca de ella, a salvo. Mientras navegamos a través de las diferentes tentaciones, luchas y dificultades de la vida, María quiere guiarnos en medio del caos.
A menudo sentimos que estamos en un aprieto, sin idea de qué hacer. Nosotros, las generaciones más jóvenes, buscamos la respuesta a nuestros problemas en YouTube, Pinterest o Facebook.
Y durante todo este tiempo, María nos tiende su mano y el rosario para que lo tomemos. Esto le permite guiarnos en nuestros momentos difíciles, en nuestros miedos o tristezas. En lugar de buscar todas las respuestas por nosotros mismos, deberíamos dejar que María tome el control de la situación.
Padre Geoffrey A. Brooke Jr. (El Padre Brooke es un sacerdote de la diócesis de Jefferson City, Missouri, Estados Unidos. Su sitio Web es padregeoffrey)