19 diciembre – Portugal - Santa María de los Remedios

María también está al pie de nuestras cruces

María afrontó la prueba y el dolor más grandes cuando presenció la Pasión: tuvo que ver a su Hijo azotado, golpeado, coronado de espinas, burlado y ridiculizado, intencionalmente. Luego lo siguió como mártir golpeado y cubierto de sangre, mientras cargaba su cruz hacia la colina del Calvario. Lo vio morir, recibió su cuerpo ensangrentado y sin vida en sus brazos, antes de ser llevado al sepulcro.

Jesús nos dio a su Madre cuando expiró en la cruz. María le dio todo. Desde que se convirtió en nuestra Madre, ella hará lo mismo por nosotros. Mientras soportamos nuestro propio sufrimiento en esta vida, ella nos acompaña como lo hizo con Jesús. Ella también está al pie de nuestras cruces.

Por eso la llamamos Nuestra Señora, salud de los enfermos.


El magnífico Stabat Mater (La Madre triste estaba al pie de la cruz) fue escrito para describir el dolor y el sufrimiento que María sufrió durante la crucifixión y muerte de su Hijo. He aquí los dos primeros y los dos últimos versos de esta composición, que enmarcan todo el himno:


Estaba la Madre dolorosa / llorando junto a la cruz / de la que pendía su Hijo.

Su alma doliente, / apesadumbrada y gimiente, / atravesada por una espada.

(...) Cuando muera mi cuerpo / haz que se conceda a mi alma/

la gloria del Paraíso. Amén.

Cuando habló a Juan Diego en el Tepeyac, 1500 años después de contemplar a su Hijo primogénito colgado en la Cruz, nos dijo nuevamente: “¿No estoy yo aquí que soy tu madre? ¿No estás protegido por mi sombra? ¿No estoy aquí para defenderte?”.

Larry Peterson - 25 août 2018
Aleteia

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