Cuando tengo que orar por la persona que me ha herido y a quien debo perdonar, le rezo a María para conseguirlo.
Le pido implícitamente a la Santísima Virgen que proteja a mi enemigo tan bien como yo, incluso si soy demasiado débil para pedir explícitamente por la protección de mi enemigo. Sé que María formulará la oración porque yo estaba demasiado preocupado o resentido para expresarme. Es una manera de aceptar poco a poco esta oración. Al ponerme bajo su protección, le pido que fortalezca mi alma para que finalmente pueda repetir la oración de todo corazón.
Por momentos, sin embargo, incluso este camino particular hacia la gracia es demasiado difícil de seguir. Cuando no puedo pedirle sinceramente a María que me guíe, aún puedo decirle al Señor que me gustaría recibir la fuerza y pedírsela sinceramente, incluso si en ese momento no puedo decirlo.
Si Dios me concede esta segunda petición, entonces puedo contar con María para deshacer el nudo inicial.
Leah Libresco
Arriving at Amen: Seven Catholic prayers that even I can offer, Ave Maria Press AVE Notre Dame, Indiana, 2015.