Sí, la festividad de la Asunción es la fuente de una gran esperanza. Cuando la Virgen María, conoce en primer lugar, después de Jesús, la alegría de la resurrección estamos fortalecidos en la certeza de que Dios cumple sus promesas y que nunca nos abandonará.
Me gustaría que nuestro país mire a María como madre, como un río mira su fuente, para encontrar inspiración e impulso. María expresa la esencia de su vocación a partir de las primeras palabras que pronuncia: "Yo soy la esclava". ¿No será esta también la vocación de Francia, como lo sugirió Juan Pablo II durante su primer viaje a nuestro país en 1980?
“Francia, Hija mayor de la Iglesia, ¿eres fiel a las promesas de tu bautizo? Permite que te pregunte: Francia, Hija de la Iglesia y educadora de pueblos, ¿eres fiel por el bien del hombre, a la alianza con la sabiduría eterna?” Esta pregunta me gustaría prolongarla diciendo: “Francia y ¿si fuera la hora de despertar?
Cuando oigo a María cantar: “Su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”, tengo la impresión que resume en unas cuantas palabras todo lo que es para Ella el mensaje de la Biblia. Es la frase central de su cántico. Sí, como María, podemos agradecer a Dios que hace maravillas, una misericordia que nunca ha fallado.
Monseñor Philippe Barbarin, Cardenal arzobispo de Lyon (Francia)