El 31 de octubre de 1942, en el día de la clausura solemne del Jubileo de las Apariciones de Fátima en Portugal, el Papa Pío XII, hablando por radio, consagró el mundo al Inmaculado Corazón de María para responder al llamado de nuestra Madre del Cielo. Luego, renovó este importante gesto el 8 de diciembre de 1942.
En 1944, en plena guerra mundial, el mismo Soberano Pontífice consagró de nuevo a toda la humanidad al Corazón Inmaculado de María, para colocarla bajo Su poderosa protección.
Con motivo de la misma ceremonia, decretó que toda la Iglesia celebrase cada año una fiesta en honor del Inmaculado Corazón de María, para obtener por intercesión de la Santísima Virgen "la paz de las naciones, la libertad de la Iglesia, la conversión de los pecadores, el amor a la pureza y la práctica de las virtudes."
Después fijó la fecha de esta festividad el 22 de agosto, en el octavo día de la festividad de la Asunción.