Viviendo como estudiante en Sainte-Anne-d'Auray, completé un recorrido por los santuarios de Europa mariana en autostop y a pie. Falta de dinero, comencé el 28 de junio y finalicé el 31 de de julio de 2017, después de recorrer en 33 días, más de 7.000 kilómetros con María.
La Virgen me transportó a lo largo de este viaje y realmente me educó como su hija. Fue en Bruselas que por primera vez en mi vida sentí a María como realmente mi madre, una madre muy amorosa que sabía cómo tratarme. Luego fui a Ámsterdam, donde pude entregársela a todas las personas de este viaje y rezar por la paz en Europa. En Praga, ella me dio la oportunidad de vivir la fraternidad europea que había ido a buscar. En Chestokova, ella me renovó la seguridad de su poder; en Medjugorje ella sintió mi fe en Dios, y en la divinidad de Jesucristo me obtuvo la victoria de los días siguientes.
Luego María me hizo cruzar el Mar Adriático y me llevó a Asís, de ahí a Roma, y enseguida a España. ¡Me estaba esperando en Lourdes, donde me concedió misericordia por cada una de las personas que ella había puesto en mi camino! Ella renovó mi alegría, me permitió confesarme; me reveló mi debilidad, me hizo ver de que solo en Dios encuentro mi fortaleza; finalmente, me condujo a la casa de su madre en Sainte-Anne-d'Auray, evitándome muchos peligros en mi camino.