“Si tú supieras el don de Dios” Es una creatura que conoció ese don de Dios una creatura que no perdió el camino un sólo momento, una creatura que fue pura, tan luminosa que parece ser la Luz ella misma. Una creatura que llevó una vida simple, entregada a Dios, de la que casi no hay nada que decir. Esa creatura es la Virgen fiel; “la que guardaba todas las cosas en su corazón”.
La actitud de la Virgen durante los meses que transcurrieron entre la Anunciación y la Natividad es el modelo de las almas interiores de los seres que Dios escogió para vivir en el interior, en el fondo del abismo sin fondo.
Con qué paz, con qué recogimiento María se rendía y se prestaba a ¡todas las cosas! Como estas cosas tan banales eran ¡divinizadas por ella! Ya que en todo la Virgen permanecía como la adoradora del don de Dios.
Santa Isabel de la Trinidad
En Le Ciel dans la Foi (§ 39-40)