Mi experiencia con María comienza en mi infancia, sentada en el regazo de mi madre, con ella aprendí el Ave María. Cuando estaba en el Seminario Menor, le consagré mi vocación y aprendí a amarla cada vez más.
Al finalizar el Seminario Menor, le consagré mi vida siguiendo el método de San Luis María Grignion de Monfort, según su Tratado de la verdadera devoción a la Virgen María; gracias al cual me preparé.
Tengo una gran devoción al Rosario, he escrito un “Rosario Meditado” utilizando el método enseñado por el Papa Juan Pablo II en su encíclica Rosarium Virginis Mariae. La mejor forma de rezar el Rosario, es imaginar a Nuestra Señora sentada junto a nosotros, explicándonos los misterios de la Redención, contemplados en esta rica oración que es al mismo tiempo vocal y mental.
Amemos a esta dulce Madre celestial, nuestra protectora, nuestra seguridad en nuestro pasaje a la ida eterna. “Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Así sea.”
+ Don Fernando Arêas Rifan
Superior de la Administración apostólica personal San Juan Marie Vianney y obispo de Cedemusa (Brasil)
Entrevista exclusiva de Thàcio Siqueira