Vayamos a María porque ella es nuestra madre, la madre de cada uno de nosotros. Vayamos hacia ella ya que es la mediadora universal, entre Dios y nosotros. ¡Ah, si supiéramos hacernos pequeñitos! Si supiéramos volver nuestra mirada y nuestros corazones hacia quien tanto nos ama.
Qué hermosas virtudes, qué buenos consejos nos da esta Virgen humilde, esta tierna madre, esta noble reina enseñaría acerca de los beneficios de la humildad, las exigencias de la caridad, la sabiduría de la obediencia, la dulzura del abandono a Dios, la alegría de la confianza. Ella es madre, y como madre, tiene aún más apremio de volar en auxilio de sus hijos, que ellos en implorar su ayuda con más confianza y más amor.
Sigamos a Jesús y sigámosle con María, su madre incomparable; atemos nuestros ojos, no sólo a su divinidad, sino a su santa humanidad, a su sufrida humanidad... Jesús, el modelo perfecto, el modelo completo, el modelo de todos ... (...)
Marta Robin