Si queremos parecernos a María, si, al pasar de los años, queremos ser transformados en todo nuestro ser, es necesario que se dé en nosotros un doble movimiento de actividad y pasividad. “sí, respondo presente”, y al mismo tiempo “me abandono a tu buena voluntad”. Para vivir así, hay que creer realmente que Dios está ahí y que Él conduce todas las cosas.
En nuestra pobre existencia, si le decimos a Dios: “Aquí estoy, que se haga en mi según tu palabra”, hay que agregar “si me agrada o no me agrada”, y eso en función de nuestro propio juicio, de nuestros gustos o peor aún de nuestro confort.
El Verbo de Dios, pudo hacerse carne en el seno de María porque María estaba ahí, abandonada a la voluntad de Dios y cooperando con toda su alma y su cuerpo a esta voluntad. Es necesario que la materia sea maleable para que el alfarero pueda realizar su obra. Dios nos quiere flexibles, y normalmente, cuando el Espíritu Santo nos habita, hay en nosotros esa flexibilidad.
Flexibilidad, es la clave para hacer nuestros corazones totalmente disponibles a la acción de Dios.
Padre Michel Marie Zanotti Sorkine
Enseñanza