Condenada a morir a los doce años como consecuencia de una enfermedad rara del sistema respiratorio, Federica Lemarchand pasó su infancia en el hospital. El diagnóstico de los médicos era unánime, sus padres habían abandonado la lucha y comenzaban a hacer su duelo.
La vida – y Nuestra Señora de Lourdes- decidieron otra cosa; a los 14 años fue candidata a un trasplante de corazón y de los dos pulmones… los cuales recibió a los ¡34 años!
El 11 de febrero del 2012, en la festividad de Nuestra Señora de Lourdes, experimentó una muerte clínica después del trasplante, que fue seguida de un coma de 40 días. Este tiempo del coma trastornó su percepción de las cosas y le dio también “una sensación de eternidad pero no de inmortalidad”, en dos palabras: la fe.
“Tenía mucho odio, es como si después del trasplante, hubiese liberado todo el amor que tenía en mi”. Actualmente Federica no tiene miedo de la muerte, confiesa: “después de haber conocido lo peor ya no hay nada que temer. Acojo todo lo que me sucede con gratitud.”