Podemos pensar justamente que Juan Pablo II poseía una percepción extraordinaria de lo sobrenatural. Un día mientras hablaba sobre las apariciones marianas, un miembro de su entorno le preguntó si había visto a la Virgen. La respuesta del Papa fue clara: “No, nunca la he visto, pero la oigo”.
Así lo contará el Cardenal Deskur (Polonia), Karol Wojtyla, en el momento de su nominación como arzobispo de Cracovia, encuentra el seminario diocesano casi vacío y decide hacer un voto a la Virgen. “Haré muchos peregrinajes a pie a tus santuarios, pequeños y grandes, cercanos y lejanos, de acuerdo al número de vocaciones que tú me des cada año”. El seminario comienza repentinamente a llenarse y tiene casi quinientos alumnos cuando el arzobispo deja Cracovia para ir a la Cátedra de Pedro.
“Mi manera de concebir la devoción a la Madre de Dios se transformó. Si antes estaba convencido que María nos conduce a Cristo, actualmente comienzo a comprender que Cristo también nos conduce a su Madre” (“Mi vocación, Don y misterio” Paris 1996).
Fuenta: Marie Reine