Eve Lavallière (1866-1929) fue primero una exitosa actriz francesa La infancia de Eva fue trágica. Su padre obrero, jugador, bebedor y mujeriego, abate a su esposa a disparos frente a ella, que escapa a la masacre refugiándose en un balcón, mientras su padre se suicida. Pero todo eso es parte del pasado, lo dirá ella misma: “No sé qué es lo que es sentir frio” pues vivía en un lujo refinado.
Un día, mientras pasaba vacaciones en un castillo que había alquilado, escucha predicar a un cura de campaña y la famosa actriz se burla de él. Ocho días después, encuentra a Cristo y cae a sus pies completamente enamorada. Entonces, se dirige a él, como una pobre pecadora le habla al hombre que va a sacarla de su miseria.
Después de su conversión, pasa diecisiete meses en Lourdes, prueba de su amor por la Inmaculada, refugio de los pecadores.
Ella, que gozó siempre de buena salud, cae enferma: fue necesario un día para coserle la pupila del ojo sin anestesiarla… “Tengo sed de irme al Cielo, de ver a Jesús” dijo.
Muere el 10 de julio de 1929, fiel al Cristo que descubrió doce años antes.
Recolección Mariana Marial N° 12, 1980