La oración ferviente de María atrae al Espíritu Santo sobre los Apóstoles, a quienes Jesús escogió para fundar su Iglesia.
María trajo a Jesús y es Ella la que nos llevará a Él. Necesitamos de ella para vivir y poner en práctica lo que hemos descubierto en la presencia viva de Jesús.
María, nuestra Madre, nos llevará a la gloria. Ella nos lleva a entrar en el misterio de la gloria de Pentecostés. El día de Pentecostés María está a la espera: como en la Anunciación, como en la Resurrección, Ella espera en la Esperanza.
Pero el día de Pentecostés no espera sola: espera con los Apóstoles que ella ha reunido. María atrae la manifestación de Dios a la tierra; pero ya no estará sola para recibir la manifestación del Espíritu.
Su oración ferviente atrae al Espíritu de Vida sobre los Apóstoles, a quienes Jesús escogió para fundar su Iglesia.
Marie-Benoîte Angot: Adorar con María
Ed. Sarment-Jubilé