En 1944, el compañero de cautiverio de Soljénitsyne, llamado Solodgine en el Primer círculo, en un campo del Archipiélago, sufrió una diarrea pelagrosa debido a la desnutrición. Sin médico, ni medicamentos, la muerte parecía inevitable.
Él mismo cuenta: “Ni yo, ni ninguno de mis camaradas conocía ningún caso de curación. Fui transportado a la barraca del campamento de los moribundos. Fríamente, evaluaba en mi cabeza el tiempo que me quedaba de vida., pero ni mi alma, ni mi espíritu aceptaban el veredicto final. En mi interior, estaba convencido de que Dios me mantendría vivo.
Cuando era niño había aprendido a rezar, pero en la época de la que hablo no tenía idea de lo que era la meditación. Durante mi lucha contra la enfermedad pude hacerlo. El cuadragésimo día, me desperté con una sensación de “ser” desconocida hasta entonces, Dios había hecho un milagro en favor del pecador que soy. El me marcó. Desde entonces soy un soldado de la Iglesia y me he convertido en un hijo de su Madre.
Colección mariana 1977