En la salutación del ángel, María es llamada "llena de gracia"; en griego la palabra "gracia", charis, tiene la misma raíz lingüística que la palabra "alegría". En esta expresión también se percibe aún con mayor claridad la fuente de la alegría de María: la alegría viene de la gracia, por lo tanto, viene de la comunión con Dios, de la conexión vital que ella tiene con él, porque ella es la morada del Espíritu Santo, totalmente modelada por la acción de Dios.
María es la criatura que, singularmente, abre de par en par las puertas a su Creador, ella se entregó sin límites en sus manos. (...) Ella se somete libremente a la palabra recibida, a la voluntad de Dios en la obediencia de la fe.
El evangelista Lucas nos cuenta la historia de María a través de un sutil paralelismo con la de Abraham. Así como el gran patriarca es el padre de los creyentes, que respondieron a la llamada de Dios a abandonar la tierra donde vivían para tomar el camino hacia una tierra desconocida, poseyendo sólo la promesa divina, así María se pone en sus manos con total confianza en la palabra que le anuncia el mensajero de Dios, convirtiéndose de esta forma en modelo y madre de todos los creyentes.
Papa Benedicto XVI
19 diciembre, 2012, Zenit.org