María mira de modo "íntegro", uniendo todo nuestro pasado, presente y futuro. No tiene una mirada fragmentada: la misericordia sabe ver la totalidad y capta lo más necesario.
Como María en Caná, que es capaz de "compadecerse" anticipadamente de lo que acarreará la falta de vino en la fiesta de bodas y pide a Jesús que lo solucione, sin que nadie se dé cuenta, así toda nuestra vida sacerdotal la podemos ver como "anticipada por la misericordia" de María, que previendo nuestras carencias ha provisto todo lo que tenemos.
Si algo de "buen vino" hay en nuestra vida, no es por mérito nuestro sino por su "misericordia anticipada", esa que ya en el Magníficat canta cómo el Señor "miró con bondad su pequeñez" y "se acordó de su (alianza de) misericordia", una "misericordia que se extiende de generación en generación" sobre los pobres y oprimidos (cf. Lc 1,46-55). La lectura que hace María es la de la historia como misericordia. Ella es la Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra.
Papa Francisco: Jubileo Sacerdotal, Zenit, 2 junio 2016