El misterio de la maternidad de María es tan grande que había dejado hasta hace muy poco en la sombra el de la paternidad de José. Nos conviene afirmar con fuerza: la maternidad de María alude a la paternidad de José, de la que es inseparable y en ella tiene su fuente y su grandeza.
Inseparables, no como un complemento superpuesto, sino como parte integrante de una misma función parental con respecto a Jesús. Incluso es por el lazo de la paternidad de José que Jesús es reconocido como conectado a su ascendencia davídica, ascendencia genealógica que se transmite por vía masculina (ver Mt 1: 1 y 16 -20).
José al haber acogido con todo corazón en su vida a su esposa María y el misterio del niño concebido en su seno (Mt 1,24) va a continuar de forma conjunta con su trabajo de acoger a Jesús y prepararlo para su misión, ella como madre, y él como padre.
Jean Hémery