Es en el silencio de su casa que María se retira, sola con su Dios.
“Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, a solas contigo; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.” (Mateo 6,6)
En lo profundo de su alma, María tiene un conocimiento misterioso de estas palabras del Evangelio: estas palabras que su Hijo dirá más tarde a los Apóstoles y a todos aquéllos que lo escuchan; esas palabras que nos llegan ahora para que nosotros vivamos como lo hizo María.
Para orar en secreto, no es necesario retirarse en lo alto de una montaña o en un lugar inaccesible; sino más bien ahí donde Dios nos ha puesto, en nuestras casas, en nuestras familias, en medio del mundo.
Somos nosotros los que debemos retirarnos, en la intimidad de nuestra alma, ahí donde reina el silencio interior que Dios quiere llenar.
María, en el silencio de su casa ora y adora a su Dios. Oración tan humilde y discreta que atrae el amor de Dios con una fuerza inexplicable. Es la fuerza del Espíritu vivo, el Espíritu del Padre y del Hijo.
Marie Benoite Angot
En Adorer avec Marie (Adorar con María), le Sarment-Fayard, Paris 2002