Hermanos, la Iglesia nos recuerda nuestro deber de difundir a nuestro alrededor el Evangelio de Jesucristo sin el cual nadie puede salvarse. "Pues no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres, mediante el cual podamos ser salvos", como afirma el Espíritu Santo a través de la boca de San Pedro (Hch 4, 12).
¡Pero para lograrlo, no olvidemos nunca pasar por María! "La prédica sola sobre Jesús es un trabajo estéril y sin fruto, dice San Francisco Xavier, modelo y patrono de los misioneros, “pero predicar a Jesús con y por María, según él, es tan fructífero como deliciosa ocupación. "
Así, "nuestro ministerio sería de valor sólo en la medida en que nuestra voluntad esté de acuerdo con la voluntad de la Inmaculada, y, a través de Ella, con la voluntad de Dios", dice, por su parte, San Maximiliano Kolbe.
Preguntadle, hermanos, cómo hacer para "ayudar a las personas en peligro espiritual." ¡Rezadla, amadla, apegaos a vuestros rosarios, entregaos a Ella! ¡Que así sea!