Jesucristo vino al mundo a través de la Santísima Virgen María, y también a través de Ella debe reinar en el mundo.
María llevaba una vida oculta, por eso fue llamada por el Espíritu Santo y la Iglesia: "Alma Mater": Madre Oculta y Secreta. Su humildad ha sido tan profunda que no ha habido un atractivo más poderoso y continuo en la tierra que el de esconderse de sí misma y de todas las criaturas, para ser conocida solo por Dios.
Dios, para concederle la petición que ella le hizo de ocultarla, empobrecerla y humillarla, se complace en ocultarla desde su concepción, en su nacimiento, en su vida, en sus misterios, en su resurrección y asunción, frente a casi cada criatura humana. Sus padres no la conocían y los ángeles a menudo se preguntaron entre sí: "¿Quae est ista? (¿Quién es?), Porque el Altísimo se las ocultó; y si les descubría algo, les escondía infinitamente mucho más. (...)
Dios Padre entregó su Unigénito al mundo solo por medio de María. Por más suspiros que hayan exhalado los patriarcas, por más ruegos que hayan elevado los profetas y santos de la antigua ley durante cuatro mil años a fin de obtener dicho tesoro, solamente María lo ha merecido y ha hallado gracia ante de Dios por la fuerza de su plegaria y la elevación de sus virtudes.
San Louis-Marie Grignion de Monfort
Tratado de la Verdadera Devoción a la Santa Virgen, cap. I, §1 à 3 et 16