Mi abuela, que es bigudena (Bretaña, Francia) y que fue testigo oral de esta historia, me la contó miles de veces. Es sencilla y elocuente.
Justo en la parte alta de la playa de Penhors (Finistère, Francia) hay una estatua de la Virgen en granito que observa del mar y bendice las olas. Desde hace siglos una ceremonia de perdón se lleva a cabo todos los años en septiembre en la capilla que se encuentra a unos pasos de ahí. Los bretones bigudenos le rinden homenaje y la invocan desde hace ¡siglos!
Durante la segunda Guerra Mundial, Bretaña fue invadida. Un destacamento alemán decidió cortar la cabeza de la estatua y tirarla lejos al mar. Al día siguiente gran estupor; el mar había dejado la cabeza en la arena justo delante de la Virgen.
Creyendo una fanfarronada local, los alemanes cogieron la cabeza y la lanzaron al mar todavía más lejos. Al día siguiente, el mar había arrojado nuevamente la cabeza en el mismo lugar. Furiosos, tiraron la cabeza en mar abierto, seguros de que esta vez no regresaría. Al alba ahí estaba en el mismo lugar.
Tuvieron tanto miedo, que repararon inmediatamente la estatua. Desde entonces no ha vuelto a moverse. Podemos ver todavía en la base de la cabeza una ligera y discreta fisura.
Caroline HARDOUIN para María de Nazaret