La noción de María Mediadora es en nuestros días controversial; sin embargo, existen testimonios sólidos. León XIII en la encíclica Octobri Mense del 22 de septiembre de 1891 declara: “Está permitido afirmar que nada, según la voluntad de Dios, nos es dado sino pasa por María, de la misma manera que nadie se puede acercar al Padre Todopoderoso si no es por medio de su Hijo, así tampoco nadie puede acercarse a Cristo sino es a través de su Madre”.
Pio XI en la conclusión de la encíclica Miserentissimus dice: Cristo, el único Mediador entre Dios y los hombres, quiso asociarse a su Madre como abogada de los pecadores, dispensadora y mediadora de la gracia.
Hasta su crucifixión, Cristo era el único dispensador de todos lo dones, pero después de su crucifixión, se complació en confiarle a su Madre un poder maravilloso, el de dispensar a sus hijos de la tierra todas las gracias necesarias para convertirse y perseverar en el bien.
Esta es la razón por la cual la devoción al Sagrado Corazón y la devoción al Corazón Inmaculado de María no pueden disociarse. Fátima completa la de Paray-le-Monial.
Yves de Lassus
Centenario de Fátima
Carta de enlace n° 53 (14 junio 2017)