En las declaraciones de Sor Lucía al Padre Fuentes, el 26 de diciembre de 1957, la vidente de Nuestra Señora de Fátima (Portugal) hace alusión al tercer secreto:
“Por voluntad de la Santísima Virgen, solamente pudieran saberlo tanto el Santo Padre como el señor Obispo de Fátima. Ambos no han querido saberlo para no influenciarse”. y agrega “Lo que aflige más a los Corazones Inmaculados de Jesús y de María es la caída de las almas religiosas y sacerdotales. El demonio sabe que los religiosos y los sacerdotes faltando a su vocación llevan numerosas almas al infierno (…) el demonio emplea todas las trampas, yendo hasta sugerir el retrasar la entrada a la vida religiosa (…)
“La Santísima Virgen no me dijo que nos encontramos en los últimos tiempos del mundo, pero me lo hizo ver: porque me dijo que el demonio está librando una batalla decisiva con la Virgen (…) Así que ahora, o somos de Dios, o somos del demonio; no hay término medio, ya que los dos últimos remedios que Dios da al mundo son el Santo Rosario y la devoción al Inmaculado Corazón de María. Y ser los últimos remedios, quiere decir que ya no habrá otros.”