Hace poco más de dos años, el cirujano me decía que nunca volvería a usar mis piernas. En septiembre pasado (2015), fui a Lourdes en peregrinaje con Lourdes Cancer Espérance. Cuando las enfermeras me sostenían para entrar al agua de las piscinas, sentí una ola de calor desde la punta de mis pies hasta el cuello. Las señoras al verme salir del agua sin ayuda alguna gritaron “¡Milagro!”. Yo lloraba, viéndome caminar sola. Pusieron la estatua de Nuestra Señora de Lourdes en mis brazos, yo la besé con todas mis fuerzas, no lograba creer lo que me pasaba.
A mi regreso, mi médico familiar consideró esta curación como extraordinaria. Para el, es un milagro. Finalmente, escribí al obispo de mi diócesis para transmitirle mi testimonio. Dios, por la intercesión de su Madre, me concedió esta gracia, a mí que se lo suplicaba en mis oraciones desde el principio de mi parálisis.
Creo que mi marido, que murió hace treinta años, yo sólo tenía 38, me protege y pide por mí. Sé que la Virgen María no me abandonará jamás. Continúo rezándole día y noche.
Reine Marie (Francia) Curada en las piscinas del Santuario de Lourdes en septiembre del 2015 Testimonio publicado en ‘Lourdes Journal des Grâces’ (Diario de Gracias de Lourdes) de febrero-marzo 2016