Los astrólogos babilonios habían calculado con una precisión asombrosa la llegada de la estrella del Mesías. Ellos esperaban el nacimiento "del dominador del mundo" a partir del año 7 AC, por lo tanto, en la época en que vivió la Virgen de Nazaret.
Kepler, uno de los padres de la astronomía moderna, observa en diciembre de 1603 la conjunción muy brillante (es decir, la reunión en línea recta) de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis. Él establece, gracias a sus cálculos, que el mismo fenómeno (que provoca una luz intensa y brillante en el cielo nocturno) también habría ocurrido en el año 7 AC, luego descubrió un antiguo comentario de la Escritura, del rabino Abarbanel recordando que, según la creencia judía, el Mesías debía aparecer precisamente en la constelación de Piscis, y que la luz de Júpiter y de Saturno harían una sola.
Pero para los astrólogos babilonios, esta conjunción que se observa sólo una vez cada 794 años, había ocurrido 3 veces en el año 7 antes de Cristo : el 29 de mayo, el 1 de octubre y el 5 de diciembre. Por consiguiente, consideraron la constelación de Piscis como el signo del final de los tiempos, es decir, del comienzo de la era mesiánica.