El profeta Daniel precisa de forma sorprendente el tiempo de la venida del Mesías en la profecía de las setenta semanas: “Setenta semanas han sido decretadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para poner fin a la transgresión, para terminar con el pecado, para expiar la iniquidad, para traer justicia eterna, para sellar la visión y la profecía, y para ungir el lugar santísimo. “(Dan, 9)
En esta indicación temporal, la sola de todo el Antiguo Testamento, es claro que se trata de septenarios, es decir de periodos de siete años, y que ellos aluden a la venida del Mesías al cabo de 490 años, es decir en la época de la Virgen María
El descubrimiento de pergaminos en el Siglo I antes de nuestra era, encontrados en el desierto de Qumran demuestran, que la comunidad que ahí vivía se preocupaba mucho de los signos de los tiempos y que se apoyaba en la profecía de los “setenta septenarios”. Ella había calculado que el tiempo del Mesías debía comenzar hacia el año 26 antes de Jesucristo y tras esa espera se retira al desierto.
De esta manera Jesús podía proclamar inaugurando su misión: “El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado…” (Mc 1,15).