Adviento significa estar en la confianza y esperar cómo y con María. El año litúrgico comienza con el fervor del Adviento, es la expectativa gozosa de Alguien, de Quien ha de venir, del Emmanuel, Dios con nosotros, un Dios que entra en la historia de la humanidad, para recorrer todas las etapas y compartir las ansiedades, las alegrías, los dolores, las esperanzas y las preocupaciones de los hombres y mujeres de toda la historia y de toda la humanidad.
¡Esa es la novedad del cristianismo! Dios ama tanto a la humanidad que se convierte en un miembro de ella, como cada ser humano.
Sí, el tiempo de Adviento nos hace esperar la divina y feliz infancia, la alegría del Señor que se encarna, que toma forma y abraza la aventura humana a través de la experiencia de la vida de todos los días, con la simplicidad y la inocencia de la infancia.
¡Él se hace uno de nosotros para darnos la vida divina!