El 30 de septiembre de 1947, en Arcachon, la familia Bouhours recibe en su casa uno de los videntes de Espis. Ese día una «señora vestida de blanco y con un velo amarillo sobre la cabeza se le aparece» a su hijo Gil (1944-1960), nacido en Bergerac, curado de una meningitis encefálica, después de terminada una novena a la Virgen. Ella le pide que se dirija a Espis. El padre no sabía dónde se encontraba esta villa y Gil obtuvo la respuesta: «al lado de Moissac». El padre lleva uno de los videntes para confrontarlo con Gil. Ahí se produce otra aparición; entonces, llaman a Gil que también la ve. Otras apariciones se suceden los días 2, 4 y 6 de octubre. Gil se marcha a Epis el 13 de octubre de 1947, su joven edad y su firmeza límpida se imponen ante el grupo. De regreso a Arcachon tiene varias apariciones. De nuevo, se dirige a Epis el 13 de febrero de 1948 (siempre un 13 del mes). Y volverá al lugar cada mes, 32 veces hasta en agosto, pero el 13 de septiembre de 1950, enterado sobre la interdicción del Obispo, Monseñor de Courrèges, no vuelve más al bosque de Epis. Las apariciones se darán en su casa en Moissac y en Seilhan Luego, solicita ver al Papa para entregarle un secreto. En la primera audiencia, el 10 de diciembre de 1949, no consigue expresarse. Durante la segunda audiencia, el 1 de mayo de 1950, le dice a Pío XII su secreto: «La Santa Virgen no ha muerto, ella subió a los cielos en cuerpo y alma». Pío XII y su consejero, el padre Rosquini se quedaron estupefactos, pues el Papa, impresionado por la opinión de inmortalidad (según la cual la Virgen no habría pasado por la muerte) evitaba definirla y se contentaba con decir que la Virgen « al final de su vida terrestre, había sido transportada en cuerpo y alma».