España vivía aún bajo el poder de los sarracenos. Barcelona, inquieta y amante de los valores cristianos, había creado con anterioridad una Orden para que se dedicara exclusivamente al rescate de los cautivos cristianos en manos de los mahometanos. Esta Orden de los caballeros funcionaba desde el año 1190. Con el paso del tiempo, Dios suscitaría la que actualmente conocemos como Orden de los Mercedarios o de la Merced. ¿Cómo nació esta Orden? Una noche estaba san Pedro Nolasco pensando cómo salvar a los cautivos de los invasores. Entonces, se le apareció la Virgen y le manifestó que fundara una Orden religiosa que tuviera como misión fundamental el rescate de los cautivos. El santo, alucinado por esta visión, fue en seguida a contársela a su confesor, san Raimundo de Peñafort. Este, naturalmente muy sorprendido, va a comunicar tal acontecimiento al propio rey Jaime I. El monarca había tenido idéntica revelación. Había que actuar con celeridad. Se reunieron los tres. Después de ver el modo y la forma de dar consistencia a esta revelación del cielo, concluyen en la fundación de la Orden de los cautivos. Además de los tres votos de pobreza, celibato y obediencia por el reino de los cielos, añaden uno nuevo: la redención de los cautivos. Y así llega a extenderse por todo el mundo especialmente en España, Francia y América Latina: el culto a Nuestra Señora de la Merced.