Llamo a los discípulos del Dios vivo, el único y verdadero Salvador de la humanidad, llamo a mis verdaderos devotos, a aquellos que se han entregado a mí para que yo les conduzca a Él, llamo a los Apóstoles de los últimos tiempos, a los fieles discípulos de Jesucristo, que han vivido el menosprecio del mundo y de ellos mismos, en la pobreza y en la humildad, en el abandono y el silencio, en la oración y la mortificación, en la castidad y la unión con Dios, en el sufrimiento y el aislamiento. ¡Es tiempo que salgan y que vengan a esclarecer la tierra! Id y mostraos como mis hijos queridos, yo estoy con vosotros y vosotros estáis en mí. Que vuestra fe sea la luz que os aclare en estos días de desventura. Que vuestro celo os vuelva hambrientos de la gloria y el amor de Jesús. Combatid, hijos de la luz, vosotros, el pequeño grupo que la ve, pues ha llegado el momento, el final de los tiempos.