Ella estaba igual, la lluvia caía de sus manos: "Tendré en cuenta los esfuerzos que has hecho para guardar la calma, no es solo por ti que te lo pido, sino también por la Iglesia y por Francia. En la Iglesia no hay la calma que Yo deseo." Suspiro y movió la cabeza, "hay algo...", dijo y se detuvo, comprendí en seguida que algo no iba. Luego lentamente dijo: « Que oren y que tengan confianza en Mí. » Y muy triste agregó: « ¿Qué no he hecho yo por Francia? ¡Cuántas veces no la he advertido y sin embargo ella rehúsa escucharme! Ya no puedo detener la mano de Mi Hijo.» Parecía muy emocionada pero continuó: «Francia sufrirá, dijo con pesar y concluyo: "Animo y confianza". En ese momento yo me decía en mis adentros: si yo repito estas palabras no me creerán y la Santa Virgen me escuchó y me respondió: «Yo he abonado anticipadamente. Lo siento por quienes no quieran creerte, más tarde reconocerán la verdad de mis palabras» Y dulcemente desapareció.