Hacia 1550, un domingo 8 de septiembre, Luisa Estivalle, dueña de un castillo de la Poupelinière, viuda de Léon de Lusivert, casada nuevamente el 12 de mayo de 1548 con Michel Darrot, va a la misa en Azay-sur-Thouet (Deux-Sèvres) en la carretera de Secondigny. En el camino, se encuentra con una mendiga que le pide un poco de pan. Apiadada, Luisa regresa a su castillo, toma el alimento necesario y se lo lleva de todo corazón. Pero en esta diligencia se ha retrasado un poco y debe darse prisa. Estando todavía a un kilómetro y medio de la iglesia, escucha sonar las campanas: ¡es la hora de la elevación! Al instante, se arrodilla y alza los ojos, entonces ve: rodeada de una luz muy suave a la Virgen con Jesús muerto en sus brazos. «Mira, mi hija, hacia la iglesia, verás desde aquí la celebración del Santo Misterio, como si estuvieses presente.» Luisa obedece y «ve un altar iluminado y un sacerdote que eleva la hostia consagrada.» Luisa mandará construir una capilla en el lugar de la aparición. Desde la segunda mitad del siglo XVI los fieles veneran ahí a la Virgen bajo la advocación de «Nuestra Señora de la Arrodillada». El 11 de septiembre de 1908, Pío X acuerda una indulgencia de 300 días a todos los que visiten la capilla. Todavía hoy, el aniversario del 8 de septiembre atrae a centenares de fieles.