Durante esa conversación en voz baja, el niño se durmió tranquilamente en su camita. El doctor confirmó que el niño estaba fuera de todo peligro y que no habiendo ya ninguna razón para inquietarse él querría marcharse. Cuando los padres del niño le preguntaron cuánto le debían, el Dr. Granpas respondió que absolutamente nada, que el honor de haber sido el mensajero de la Madre de Dios le recompensaba todo sacrificio, sólo pedía ser conducido a su hogar. Al llegar a casa, el médico a su vez pregunta al chofer cuanto le debe y este responde que la alegría de haber conducido al Mensajero de la Madre de Dios es mayor que todo pago. "Tenga la seguridad que mi mujer le rezará a la Virgen para pagarle así nuestra deuda de gratitud. Más tarde, el doctor vendría varias veces a ver al niño y cada año recibiría por parte de sus padres un ramo de flores como muestra de su gratitud.