25 de noviembre - Italia. Roma. María, Consuelo de los afligidos

María en el Templo (IV)

Ella decidió amar a Dios con todo su corazón Desde su tierna infancia, María fue habitada por el Espíritu Santo y a medida que crecía en edad crecía en gracia. Ella decidió desde niña amar a Dios con todo su corazón, de manera que nunca lo ofendió ni de palabra ni de acción. Igualmente, no le daba importancia a lo bienes terrenales y daba a los pobres cuanto podía. Era tan moderada en sus alimentos que no tomaba más que lo estrictamente necesario para la salud de su cuerpo. Cuando comprendió por medio de las Sagradas Escrituras que Dios debía nacer de una virgen para redimir el mundo, su corazón se encendió totalmente del amor divino, que ya no otro pensamiento más que el deseo de Dios. No encontraba felicidad más que en Dios y evitaba incluso conversar con sus padres, por temor a no perder la presencia constante de Dios en su corazón. Ella deseaba vivir en tiempos de la venida del Mesías para ser la esclava de la virgen buenaventura que hubiese merecido ser Su madre.

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