La Virgen es conducida hoy a la casa del Señor. « El templo purísimo del Salvador, la preciosa habitación nupcial, la Virgen, tesoro sagrado de la gloria divina, es conducida hoy a la casa del Señor y lleva con ella la gracia del Espíritu divino; los ángeles la alaban: ella es el tabernáculo celeste» como lo proclama hoy la liturgia oriental. La festividad de la Presentación de María al Templo que procede de una antigua tradición está históricamente ligada a la consagración de una basílica en honor de Santa María, - el edificio fue deseado por Monseñor Elías, obispo de Jerusalén, y fue terminado bajo los auspicios del emperador Justiniano (527-565) - al lado de la zona del templo de Jerusalén, ahí donde la Virgen pasó su infancia dedicada al servicio divino. Esta iglesia fue consagrada el 21 de noviembre del año 543, y fue llamada Nueva Iglesia, para distinguirla de la antigua, dedicada a la natividad de María. En el transcurso del siglo VIII la festividad se extendió por todas las Iglesias orientales, y, con el favor del pueblo de Dios, pasa a ser parte de las grandes doce festividades del año. Todavía hoy se celebra en Oriente con una vigilia preparatoria y algunos días de post-festividad, hasta el 25 de noviembre.