«Que lo que Dios ha unido el hombre no lo separe » le dijo Jesús a los Apóstoles. Hay dos criaturas cuya santidad es de un orden completamente diferente; es decir que tienen con la Santa Trinidad lazos que no se pueden comparar con la de otros: la primera es la Madre de Dios, y junto a ella, San José. Todas las criaturas santificadas lo son después de la Encarnación; María y José recibieron también los efectos de la Encarnación redentora, pero antes Dios les destinó a ser asociados a El, cada uno a su manera, para que se realizara la Encarnación. Jesús se lo debemos a Dios, es cierto, pero, después de Dios, a María y a José