Sobre la Encarnación yo creo que Dios, el Verbo, el Hijo Único del Padre, que antes de todos los siglos y de todo los tiempos nació en la impasibilidad del mismo Dios y Padre, lleno de piedad, en su amor a los hombres, por nuestra natural caída, de su libre movimiento, por la voluntad de Dios que lo ha engendrado y con el consentimiento divino del Espíritu y sin dejar el seno de su Padre descendió a nuestra condición. Según la voluntad común del Padre y del Espíritu, y según su naturaleza y su ser infinito, no sufriendo ninguna limitación, ignorando nuestros desplazamientos sucesivos, actuando por naturaleza de manera divina, penetra en el seno deslumbrante de virginal pureza de María, la santa y radiosa virgen, llena de una divina sabiduría exento de toda del cuerpo del alma y del espíritu, y el, inmaterial, se encarna, toma nuestra forma y se convierte en hombre verdadero sin dejar de ser Dios.