«Dios Hijo descendió al seno virginal de María como nuevo Adán a su paraíso terrestre, para complacerse y realizar allí secretamente maravillas de gracia. · Este Dios hombre encontró su libertad en dejarse aprisionar en su seno. · Manifestó su poder dejándose llevar por ella; · Cifró su gloria y la de su Padre en ocultar sus resplandores a todas las criaturas de la tierra, para no revelarlos sino a María. · Glorificó su propia independencia y majestad, sometiéndose a esta Virgen amable en la concepción, nacimiento, presentación en el templo, vida oculta de treinta años, hasta la muerte, a la que Ella debía asistir, para ofrecer con Ella un solo sacrifico y ser inmolado por su consentimiento al Padre eterno, como en otro tiempo Isaac por la obediencia de Abraham a la voluntad de Dios. Jesucristo dio mayor gloria a Dios, su Padre, por su sumisión a María durante treinta años que la que le hubiera dado convirtiendo al mundo entero con los milagros más portentosos. ¡Oh! ¡Cuán altamente glorificamos a Dios, cuando para agradarle nos sometemos a María, a ejemplo de Jesucristo, nuestro único modelo!»