26 de febrero - Rusia. La Bienaventurada virgen Meschecia (1492)

La fe de mi padre le hace obtener el milagro (Testimonio)

Cuando yo tenía apenas dos años, estando acostado en mi cuna, fui víctima de una parálisis que no me permitía moverme: todo cambio de posición me hacía dar gritos de dolor, sobre todo durante las horas del sueño. Una noche, mi padre no soportó más, se levanto resuelto; sin decir una palabra, bajó a la caballeriza, tomó su yegua Rojilla y salió de casa. Todos estaban sorprendidos. Según lo que mi padre le contó a mi madre y que ella me diría varias veces, ese día él se dirigió al santuario de la Virgen en el norte de la Provincia. Llamó al presbiterio, pidió las llaves del santuario y una linterna y descalzo se dirigió hasta el santuario de la Virgen situado a un kilómetro. Una vez presentada su promesa y solicitud regresó al presbiterio y tras haberle dado las gracias al párroco tomó el camino hacia casa, montado en su caballo. Eran más o menos las 7 de la mañana cuando entró directamente a ver a su hijo, y al verme de pie junto a la pared estalló en llanto. ¡Yo había sanado! Todo el mundo se levantó y la paz volvió a la casa. Este acontecimiento ha sido para mí de una importancia muy grande. La Santa Virgen continúa protegiéndome en mis dudas y en los momentos más difíciles de mi vida.

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