Cuando surge la aparición del ángel y que resuena la primera Ave, ella se conturbó por estas palabras y discurría qué significaría aquel saludo. Si contiene la verdad, si viene de Dios, es preciso que su palabra no contraríe el propósito virginal al que Dios mismo la ha inspirado a desear, « ¿Cómo será esto, pues no conozco varón? «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra» (Lucas, I,34-35) Segura del Dios que la llama, ella da su consentimiento con esa palabra que ha suscitado la creación en una admirable dignidad, y que ella restablece admirablemente: Fiat. «He aquí la esclava del Señor hágase en mí según Su palabra». (Lucas, I, 38) Ella sería la Madre de Dios. Conocía bien a los profetas para saber lo que le esperaba. Los primeros ecos del STABAT resonarían en ella.