Un día, cuenta el Padre Gumpenberg, en su Atlas de María, dos personas del distrito de Willisau se comprometieron a hacer juntas la peregrinación de Eigenthal. Ambas esperaban el momento favorable para cumplir su promesa. Entre tanto, una de ellas falleció. La otra no olvidó su promesa. Por el camino a Eigenthal encontró a una desconocida que le ofreció acompañarla. Las dos concluyeron piadosamente su peregrinación. Volvieron juntas, tal como habían partido. Cuando llegaron cerca de casa la desconocida le dice: « Por fin pude hacer la peregrinación que no pude hacer contigo. » Y ante esas palabras desapareció envuelta en una nube de luz.