Esta noche, mientras la mayor parte de las personas pasan las últimas horas del año en la diversión, ustedes, mis hijos predilectos, velad conmigo en el silencio y en la oración. Haced una oración de acción de gracias por todas las gracias que os han sido concedidas este año por el Padre y en el Espíritu Santo, por intermedio de mi Hijo Jesús, y a través de la incesante intercesión de mi Inmaculado Corazón. Hoy, gran parte de los hombres no respeta los Diez Mandamientos del Señor. Vuestro Dios es públicamente ignorado, negado, ofendido y blasfemado. Cada año en el mundo, decenas de millones de niños inocentes son asesinados en el seno de sus madres, y el número de homicidios, de violencia, de secuestros crece cada vez más. La inmoralidad se despliega como un diluvio de cieno y es propagada por los medios de comunicación, especialmente por el cine, la prensa y la televisión. Por medio de esta última penetra en cada hogar con una táctica diabólica y sutil de seducción y corrupción. Y las víctimas más desarmadas son los niños y los jóvenes. Este mundo está en manos de mi Adversario que domina con su espíritu de orgullo y soberbia y arrastra una multitud inmensa de hijos de Dios sobre la ruta del placer, del pecado, de la desobediencia a la Ley de Dios, en el menosprecio de su Voluntad. (...) Pero nada puede resistir al amor misericordioso de Dios, que quiere transformar este pobre mundo en una nueva creación. (...) Ofreced una oración para obtener del Corazón misericordioso de Jesús días de paz y no de aflicción, de serenidad y no de desdicha. (...) Ofreced una oración de reparación, pues la copa de la Divina Justicia está llena, ya se desborda. Sólo una fuerza poderosa de oración y de penitencia reparadora podrá salvar al mundo de la Justicia que Dios ha preparado para quienes rechazan con obstinación acoger toda invitación a arrepentirse. Escuchad al menos hoy la voz de vuestra Madre del Cielo. (...)