« Sobre él reposará el Espíritu de Yahvé » (Is 11,1) Como todo Israel, María meditaba sobre la figura del «elegido» (Is 42,1), sobre «el Mesías» (Sal 2,2) que debía venir y que será el ungido del Señor: «Sobre él reposará el Espíritu de Yahvé, espíritu de inteligencia y sabiduría, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor de Yahvé» (Is 11,2). Será justo, humilde, amigo de los pobres: « No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra. La justicia será el ceñidor de su cintura, verdad el cinturón de sus flancos.» (Is 11, 1-5). «No vociferará ni alzará el tono» (Is 42,2). « Caña quebrada no partirá, y mecha mortecina no apagará. Lealmente hará justicia; no desmayará ni se romperá hasta implantar en la tierra el derecho, y su instrucción atenderán las islas » (Is 42, 3-4) y « en sus días florecerá la justicia y dilatada paz...» (Sal 71,7).